Cuando pase el tiempo y nos cubran las cenizas,
y del campo verde retumben los sonidos…
de un pasado glorioso de afanoso toque,
y se juegue al balón otra vez en la calle…
Mientras cubra la lluvia un paraíso perdido…
cuando roce la vida el devenir del tiempo,
y las fosas habiten deliciosos paisajes.
Cuando todo sea nada y añorado recuerdo…
cuando nada sea todo en caminos desiertos….
cuando peinen las canas nuestras piernas livianas
y se peine hacia atrás la mirada furtiva…
Cuando todo lo escrito nos parezca mentira
y se lleve la rambla la nostalgia en la frente.
Cuando el cielo se abra y la tierra se cierre,
cuando llore en la noche la orfandad de goles
y se pueble la puerta de coraje y de furia…
y se olviden del juego los gigantes de lata.
Cuando no quede nadie de menudo tamaño
y cavernas de bilis nos disparen con bala
cuando muerdas el polvo y nos suene la alarma
y nos tuerzan el brazo y nos giren la cara.
Seguiremos jugando con los mitos pequeños…
seguiremos soñando, seguiremos viviendo…
seguiremos tocando, seguiremos muriendo…
Y en la barra de un bar seguiremos contando…
seguiremos hablando, seguiremos diciendo…
Que un día lo vimos, que casi lo tocamos…
Que el balón era suyo, como suyo fue el juego…
Que vino de Tarrasa y fue de todo el mundo.
Me preguntarán qué cosas mantengo en mi memoria…
Me pedirán que cuente aquello que haya visto…
Y yo, con voz de viejo y aún alma de niño,
diré que sí, que hubo un día en que todo
por fin se hizo posible:
Aquel de los pequeños que supo ser tan grande
que yo lo vi pasar defensas imposibles
que lo vi traspasar los límites del sueño.
Que un día vi jugar a Xavi Hernández.
Categories