Al hilo de las palabras de Puyal, previas al Rayo-Barça del domingo, desconozco si permanecerá el guardiolismo sin Guardiola, pero hablemos en propiedad para reconocer de una vez que el rosellismo no existe, que no es sino una actualización de los mismos postulados defendidos por el nuñismo ahora hace más de una década:
– (con) los dinerus del sosi (no se juega); los terrenus de mils de millons y el sacrosanto patrimoni.
– localismo (que vienen els siberians; identificar al seguidor culer con el sosi-yayu de Les Corts, cuestionarse que pinta la Fundació en Burkina Faso) y penyisme.
– meapilismo (les “dones que fumen” que perseguían al Carrasco por las Rambles, dedicar los títulos a la Verge de la Mercè, domingos en Sant Taumaturg y dinar en casa de la mare vs bajarse los pantalones y rociarse de champagne, formas y más formas).
– espontaneidad comunicativa (sandvitxos y scalextrics).
Lo único en lo que podría haber innovado Rosell es en esa especie de agenda secreta brasileira en la parcela deportiva que, entre la herencia recibida, la medioimposición de Subi y ahora Tito, no le dejarían ejecutar aunque, tampoco nos engañemos, el propio Núñes ya ficho hace 15 años al gran Giovanni a través de los famosos vídeos VHS (aquellos “Supercracks” con voz en off del Canut, que, dicho sea de paso, tanto daño han hecho después en el frikififafichajismo de aficionados y entorno mediático).
Por todo esto, es muy triste escribir que ahora tendremos más dinero para fichajes porque nos ahorraremos los 10 millones del sueldo de Guardiola. Bonito pre-homenaje al entrenador más laureado y demostración que 7 años de Laporta no han sido suficientes para desterrar según qué cosas de la psique barcelonista