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Yoyalodije

El Síndrome de Tiranía del Absoluto

¿Cansado de ganar, dice usted? ¿Ganar la Champions League por menos de 3 goles apenas le provoca un leve arqueo de ceja? ¿El hastío le invade si sólo vencemos al Maligno por la mínima? ¿Jura en arameo porque su equipo no ganó por 72ª vez consecutiva? ¿Celebra un nuevo Mundial de Clubs con el entusiasmo propio del que limpia el trastero?

No sufra, amigo culer. Su dolencia ya ha sido diagnosticada por el infalible, inefable e infelable(?) ojo clínico mecanonaránjico (M.D.) y atiende al rimbombante nombre de “Sindrome de Tiranía del Absoluto”, STA en adelante (en inglés “Ametralleibol Tribuner Insatisfactional Syndrome”).

¿Es grave, doctor? Sí, y mucho más de lo que imagina. Y además de grave, hostiable en grado extremo.

1. Introducción:

Por naturaleza, el forofo es un ser irracional. Ésta categórica aseveración, per se, no constituye una afirmación peyorativa. Sólo desde una óptica irreflexiva puede sustentarse, por ejemplo, la fé o el apoyo incondicional hacia un determinado equipo. Como en todos los asuntos que al amor atañen, el hincha puede manifestarse como el amante más devoto y acaramelado o como el tribunero más vengativo y quemalotodo. Todo ésto es bien conocido y en mayor o menor medida, los aquí presentes participamos de ambas acepciones: lo único que nos diferencia es el porcentaje de las dos almas que albergamos.

En condiciones normales, ganar títulos alegra y perderlos entristece y/o enfurece. El loserismo genético ha sido diseccionado con prolijidad y la historia ofrece casos perdidos tan entrañables (Paleti) como carcajeantes (Apañó). Escudados en el prestigio que el cine y la literatura otorgar al perdedor, las aficiones loseristas hacen de la necesidad virtud y enarbolan sus miserias como extraño motivo de orgullo.

En contraposición, sería lógico concluir que las hinchadas de los equipos más laureados celebran estruendosamente cada conquista. A rasgos generales así sucede. Hasta ahora, el reducido núcleo de equipos con posibles permitía una democratización en el reparto de títulos. Puesto que el número de jugadores de élite es reducido, resultaba numéricamente imposible que una mayoría significativa de los mismos coincidiera de forma simultanea en el mismo club. En consecuencia, aspirar a perpetuarse en la cima “ad-eternum” era una utopía que descartaba hasta el fan más cerril.

Toda ésta palabrería se derrumba con estruendo merced al advenimiento de Pek Nuestro Señor (PNS, en adelante), que despues de miccionar sobre los centenarios dogmas de la táctica, planta un catedralicio mojón sobre las leyes de la probabilidad. La paradoja sobreviene cuando escrutamos la reacción que sus titánicas hazañas han originado en una parte no menor de la culerada. Si han llegado hasta aquí sin dormirse, entremos en materia.

2. El Síndrome de Tiranía del Absoluto. ¿Lo cualo? Definición:

Dícese del cuadro mental con derivaciones físicas que, en excepcionalísimas ocasiones, aqueja a los forofos de equipos o deportistas que prolongan sus logros más allá de lo habitual en su disciplina. Se exterioriza mediante la voracidad extrema de éxitos, la minusvaloración progresiva de los mismos, el nulo perspectivismo y la erosión memorística.

3. Sintomatología del STA:

La sintomatología del STA es equiparable a la que generan determinadas drogas:

1º)  Al inicio de su consumo provocan un estado de ánimo alterado, euforia y sensación de bienestar. Asimílese a la consecución ocasional de títulos o seculares travesías del desierto puntualmente paliadas.
2º) La prolongación del hábito requiere dosis cada vez mayores, no para incrementar los efectos iniciales sino para llegar a igualarlos. Aqui podriamos encuadrar las etapas fértiles tipo Dream Team o Rijkaardismo, que si bien estimulan en tanto dura el éxito, dejan un regusto amargo por no haber desarrollado todo su potencial.
3º) La perpetuación de la adicción devasta al sujeto. Desaparece cualquier rastro de placer y el individuo precisa de cantidades exponencialmente mayores para ejecutar las funciones más básicas. Lo que comenzó siendo una actividad lúdica y gratificante deviene en un angustioso “tour de force” con rendimientos cada vez más exiguos. Trasladando el símil a lo futbolístico, cuando un equipo se instala en la excelencia cada nuevo título aboca a un “más dificil todavía” circense, que sólo se valorará en la medida en que supere cualitativamente (por juego o resultado) los precedentes similares.

4. Ejemplos prácticos del STA:

El síndrome conoce precedentes ilustres. Reparemos por un momento en los casos Indurain o Nadal. La insistencia en la victoria produce un efecto perverso en el seguidor. Los éxitos se dan por descontados, alcanzar la final es la norma y la ocasional derrota siembra el estupor a la par que la ingratitud. ¿Quien no ha oído (o dicho) frases tan entrañables como “No, si al final se quedará sin ganar los 6 Tours seguidos” o “Vaya un tío inútil. Pierde la final del US Open y se queda sin el Grand Slam.”

5. Diagnosis del STA:

Recientes estudios de la prestigiosa Mecan Oranjanic University y el Instituto Rosell para la Genuflexión y el Balbuceo han desentrañado las claves para un certero diagnóstico de ésta rara patología autoinducida:

– Descenso alarmante del IMPT (Índice Masturbatorio Post Título)
– Niveles anormalmente bajos de PC (Palotismo Celebracional)
– Segregación descontrolada de la hormona Inpekitrustiana
– Pavor extremo ante los dígitos inferiores a 5

6. Prevención temprana del STA:

Si al leer “prevención temprana” ha suspirado usted con alivio, abandone toda esperanza. No existe. Cero cerapio. Game Over.

Si usted ha sucumbido ante el STA está jodidísimo. Al igual que ciertas enfermedades letales, el STA sólo pude diagnosticarse cuando se halla en su fase terminal. Llegado a ese punto de no retorno, el sujeto afectado de STA tiene las horas contadas. La fase terminal del STA se manifiesta mediante el irreversible amojamamiento de ambos hemisferios (conocida como Roncerdización Galopante). El sujeto presenta sintomas tales como autismo titulístico, parálisis celebracional y nula respuesta a los estímulos goleadores. Poco antes del óbito, alterna puntuales accesos de lucidez (“Meeeessssii… La Cuaaaartaaaa… Jodete Moooooou”) con robóticas letanías (“maaaaaaass…maaaaaaas… no es suficienteeeeeee…”). Despues de expirar, sólo queda un momificado y quebradizo cascarón del otrora orgulloso y lozano culer.

7. Conclusión:

Quizás en el futuro la ciencia permita viajar en el tiempo y, ante las más minima sospecha de STA, los afectados sean trasladados a la década de los 70 u 80 para inmunizarse mediante una estricta dieta de loserismo nuñista radical. Hasta que ésto no sea científicamente viable, consuélese pensando que usted será la prueba viviente (mejor dicho, muriente) de que es médicamente posible morir de éxito.

Afróntelo, hamijo STAerdo. Ya es demasiado tarde para lamentarse y sus ayes, tirones de pelo y crujir de dientes serán estériles. Sólo le queda encomendarse a PNS y rezar lo que sepa para que D10s se apiade de su alma. Por listo.