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Crónica

La vida sin Messi

A pesar de que él intente convencernos de lo contrario, resulta que Messi es humano. Y como tal, está formado por músculos, huesos y ligamentos que, como a todos, de vez en cuando se pueden romper. Así, ayer a las cuatro y diez de la tarde algo se nos rompió a todos cuando El Más Grande chutó un balón y se encontró una pierna por medio. Quiso continuar tras una primera exploración pero no, era imposible, le dolía mucho y cayó al césped sin remedio. Ya nada era importante en ese momento más que saber qué es lo que le pasaba, ni siquiera los tres puntos en juego, nos jugábamos más en la enfermería del estadi.

Hubo nervios en la grada y en el campo. La UD Las Palmas se dio cuenta e incluso se atrevió a plantarse un par de veces con peligro en la portería de Ter Stegen. Suárez fue el primero en darse cuenta de que tenía que tomar las riendas del partido y, tras un buen centro del renacido Sergi Roberto, saltó más que su defensor y cabeceó a la portería de Varas para abrir el marcador. El gol atemperó los nervios y el equipo pareció mejorar cuando comenzaron a llegar noticias del traslado de Leo a la Clínica de la Cruz Blanca (vaya nombrecito). Era algo serio y había que realizar pruebas con rapidez. Todo quedó a la espera de los resultados pero la cosa no pintaba bien.

En el segundo tiempo el Barça salió más cuajado, como comenzando ya a hacerse a la idea de lo que le venía y los jugadores empezaron a soltarse. Se vio a un buen Barça durante los primeros minutos: con Munir y Neymar con mucha movilidad y Suárez con una buena lectura de las jugadas. Pero sin la magia de Messi. Así, en una jugada iniciada por Munir en la derecha, Busi la dejó pasar entre sus piernas y le llegó a Suárez que disparó a gol con el alma.

Con el partido encarrilado, el árbitro novato pitó unas manos de las que, en las cinco jornadas previas no habían sido penalti, y Neymar, poco fino ayer, lo tiró a las nubes. Quizá nunca quiso tener que suplir a Messi. El fallo volvió a afectar al equipo, de moral frágil y pegó un nuevo bajón de tal modo que el rival aprovechó para recortar distancias con un gol de mala fortuna. Al final, Luis Enrique tuvo que sustituir a Adriano, a pesar de no tener recambio en banquillo, porque le estaba desquiciando, como a todos, su desidia y actitud de exjugador. Por fin, se salvaron los tres puntos que sirvieron para volver a adelantar al máximo rival que ya se había llenado la boca con la palabra líder. Son entrañables.

Ahora habrá que vivir, o más bien, sobrevivir sin Messi. Son dos meses de los que hay un mes de parón por selecciones. Evitará viajes transoceánicos y el riesgo de que lo cosan a patadas en esos partidos a vida o muerte que se disputan en sudamérica, pero el equipo, como bien dijo Lucho, tendrá que dar un paso adelante y demostrar, como ayer, que se puede ganar sin Messi. Será difícil y quizás se pierdan puntos por el camino pero enero es la playa y ahora nos encontramos nadando entre fuertes olas. Ahora solo importa el partido del martes, el más importante de la temporada hasta el momento. Cúrate pronto, pibe.