El Barça llego ayer al Amsterdam Arena con necesidad de ganar y con muchas inseguridades acumuladas tras dos partidos perdidos de forma consecutiva. El barcelonismo, muy tendente a la depresión, tomó los tropiezos como si fueran ya irreparables y entró en esa espiral autodestructiva que tanto nos caracteriza. Así ,Luis Enrique buscó más compromiso que juego y más presente que futuro para salir del aprieto que suponía jugarse la clasificación para octavos en terreno del rival. El resultado pudo ser otro pero, al final, la responsabilidad de los jugadores y tres o cuatro fogonazos del más grande resolvieron el partido y nos sacaron a todos de un apuro aunque solo sea de forma provisional.
Luis Enrique buscó compromiso y sentó a Piqué en el banquillo, un jugador que desde hace mucho tiempo vive más la farándula que la austera disciplina del deportista profesional, en una decisión, la del asturiano, que todos aplaudimos. Bartra, su sustituto demostró que sus carencias de físico y contundencia las suple con interés y esfuerzo, un esfuerzo del que salió la jugada más importante del partido. Con la alineación de Xavi se buscó orden y toque en la media para evitar, en la medida de lo posible, los correcalles en los que se convierten últimamente los partidos del Barça. Se consiguió a medias. Alves hizo una primera parte para olvidar evidenciando estar a años luz de lo que fue y resultando ser el verdadero talón de aquiles de este equipo. Me gusto la seguridad de Ter Stegen sobre todo con la salida de balón demostrando, por fin, que la insistencia de su mentor estaba justificada. Por su parte, Alba estuvo providencial en defensa y pudo abrir el marcador aunque cuando hay tanta ansiedad es difícil que las cosas más fáciles salgan. Suárez estuvo ansioso y falló una clara ocasión de gol y Neymar, simplemente, no acudió al Amsterdam Arena.
En la primera parte, el Ajax salió muy fuerte y el Barça fue incapaz de controlar el partido, perdiendo incluso la posesión. El correoso El Ghazi y el mediocentro Klaassen volvieron locos a la defensa y solo un inspirado Ter Stegen evitó que se adelantaran en el marcador. El Ajax fue superior en ese tramo y aprovechó las imprecisiones de Alves, Neymar y Suárez que fueron desbordados por la intensidad de los jóvenes rivales. Afortunadamente, en una jugada aislada ¡un córner!, Bartra estuvo listo y le sacó de las manos materialmente un balón a Cillesen y Messi lo cabeceó de tal forma que se coló en la portería tras botar en la línea de gol.
El gol fue clave, tranquilizó mucho al Barça y restó confianza a los holandeses que comenzaron a perder fuelle dejando el control del partido a la sala de máquinas culé.
Luis Enrique hizo cambios tácticos en el descanso y situó a Messi por detrás de Suárez que se colocó de nueve. Con el rombo en el centro del campo el Barça se sintió más cómodo y comenzó a tener posesiones largas que se concretaron en ocasiones de gol. Suárez la tuvo clarísima y la falló a pasar de tener a su lado solo a Neymar. En la jugada siguiente la volvió a tener y volvió a tomar la decisión equivocada. Más tarde Messi se fue con fuerza por el centro y provocó la segunda tarjeta de Velmant aumentando con ello el dominio que pasó a ser absoluto. Pedro, poco después, sustituyó a un difuminado Neymar (ya son muchos partidos de este tipo en los que, simplemente, no está) y con un poco de decisión remató el partido. Así, en una típica jugada de Messi en la que gambetea con la zurda por todo el balcón del área de derecha a izquierda, se apoyó con el tinerfeño que le devolvió para que la metiera con la puntera en jugada típica de ariete. La diferencia es que Messi piensa, crea y remata la jugada. Messi, para bien y para mal, lo es todo en este Barça.
No sé si esta victoria resolverá dudas o las incrementará, lo que sí que tengo claro es que el día que Messi no esté lo pasaremos mal. Mientras tanto, los que le rodean tendrán que espabilar, el primero, su entrenador. Sinceramente, no sé qué Barça me encontraré el sábado en Almería.
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Como siempre, Messi
