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La fantástica fuerza de la costumbre

Me estoy acercando peligrosamente al medio siglo de vida y me acabo de dar cuenta de que, estadísticamente, soy una persona mayor. Es decir, hay más gente más joven que mayor que yo y, por tanto, he pasado ya una barrera si no fatal, bastante peligrosa. Lo único aceptable de hacerse uno mayor es que has vivido ya lo suficiente como para tener cierta perspectiva y poder valorar en su medida los acontecimientos que te van ocurriendo por el camino.

Si aplicamos esto al futebol he de decir , con cierto orgullo, que la mitad de mi vida futbolística se ha desarrollado en época del barcelonismo  moderno, entendiendo el mismo desde la llegada de Johan como entrenador al primer equipo, tras el cataclismo del Hesperia y si, en la primera mitad de mi vida solo consigo recordar decepciones , tristezas y mucha impotencia, en la segunda la cosa cambia a bastante mejor, afortunadamente.

Me viene esto a la cabeza porque hoy nos encontramos en las puertas de una nueva semifinal europea, con permiso de Ancelotti y compañía,  y ya parece que todo se ha naturalizado de tal manera que, pese a tener la Liga en el zurrón, casi resulta una obligación de los jugadores llegar a la Final de Wembley. Qué lejanos aquellos tiempos en los que llegar a semifinales de la Copa de Europa era prácticamente una quimera.

El abuelocebollismo (?) de hoy viene a cuento porque entiendo que debemos disfrutar de esto de verdad. Vamos a ver el partido de esta noche con tranquilidad y confianza. Pensemos que hoy debe ser una fiesta en el Camp Nou, pese a los problemillas en defensa y que Messi aguardará su turno en el banquillo, y sobre todo, vivamos esta maravillosa experiencia de seguir siendo el cogollito de la élite europea.

Creo que hoy tampoco es momento de pensar en la semifinal, pues mal negocio será obsesionarse en un  partido sin resolver el anterior. El sorteo ya llegará y con él las cábalas acerca de quién es más difícil o quién lo es menos, no seamos nuevos ricos. Hoy viene un equipo muy serio al Camp Nou, un equipo con una fuerza descomunal y con un poder de remate incluso superior al nuestro. Un césped bien cortado y debidamente regado tiene que ser, una vez más, el arma más mortífera para el adversario. Que no huelan el balón, que cojan miedo , será el mejor síntoma para amarrar definitivamente estos cuartos tan complicados.

Y sobre todo, que no tenga que jugar Messi, será la mejor noticia…

Estamos en definitiva, ante un partido de esos que  llevas toda la tarde pensando en él, y que te llega un cosquilleo al estómago (también llamado anaconda) cuando definitivamente te sientas a verlo. Hemos llegado a la fase de la Champions que se juega con luz solar, la de verdad y tenemos a jugadores con un bagaje impresionante tanto en esta competición como en otras similares a nivel de selección, unos jugadores que conocen el tempo de estos partidos y que saben cómo jugarlos. Atesoran como nadie la fantástica fuerza de la costumbre.