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Crónica

Luchar(y ganar) contra los elementos

En orden de prioridades no me quiero olvidar, y por eso lo digo al principio, de que estoy muy orgulloso de la actitud de nuestros jugadores anoche en el Parque de los Príncipes porque estoy convencido de que cualquiera de los otros seis cuartofinalistas no hubiese salido vivo de un partido tan duro y exigente como el de anoche. De hecho, salvo los veinte primeros minutos en los que se les vio superados por la presión del PSG, y a partir de la genialidad de Alves que remató Messi en el primer gol de la noche, el Barça fue netamente superior a los parisinos en una exhibición brutal del brasilero teñido de rubio y del conjunto que se supo sobreponer a la lesión de Messi en un fantástico inicio de la segunda parte que mereció más que el empate final. Nuestros jugadores, sin excepción, pusieron lo mejor de cada uno en el campo y por ello se merecen mi admiración y respeto.

En segundo lugar quiero hablar de Stark. El alemán hizo un arbitraje dantesco en el día de ayer, especialmente en todos los momentos previos y en la consecución del empate. El análisis de lo ocurrido tendrá su momento en el post del gran irascible de mañana y tan solo quiero hoy apartarme de la teoría de la conspiración. No quiero creer que Stark nos perjudicara intencionadamente y que hay una mano negra que quiere que el Barça deje de dominar en el panorama europeo. No lo quiero creer porque estaría dando la razón a aquellos que en tiempos no demasiado lejanos abonaban esa teoría para justificar sus errores. Y como no la tienen, no se la voy a dar. Arbitrar es muy difícil y los árbitros que llegan a este nivel son una mezcla entre jueces y relaciones públicas con todo lo que ello acarrea. Es cierto que llevamos una mala racha en las dos salidas de Champions pero también que si el alemán nos hubiera querido perjudicar lo tuvo fácil no pitando el penalti. Otra cosa es  que el jugador que marcó el primer empate no debió jugar y que, casualmente, el hijo de Platini sea el abogado del PSG, algo que se debe denunciar pero que, una vez más, caerá en saco roto.

En tercer lugar las secuelas del intenso partido jugado anoche son las lesiones de Messi, que creo que solo se perderá dos o tres partidos, algo asumible, y la más grave de Mascherano que convierte en dramático el estado del centro de la defensa. Es el resultado del durísimo partido que tuvo que jugar ayer el Barça y de la mala fortuna que siempre se ceba con el débil. Tenemos pues que afrontar el partido de vuelta y las semifinales (a la que estoy convencido que llegaremos) con solo Piqué y Bartra de centrales y con la incógnita de Song que dejó esa posición tras dos o tres actuaciones poco afortunadas a inicio de temporada. Con la incógnita de Abidal y la esperanza de que Puyol se recupere antes de lo previsto tendremos que afrontar el resto del camino a Wembley.

Otra cosa que sigo sin entender es que unos jeques qatarís se pulan 200 millones de euros en fichar jugadores a precio de oro y no coloquen un tapete de billar para que jueguen a fútbol. Una vez más, ayer el Barça jugó una partido europeo en un patatal en el que el balón no circulaba sino que iba saltando madrigueras de conejos. Es verdaderamente inexplicable y, si es provocado, es de tener un complejo de inferioridad indigno. Parece que no se puede hacer nada al respecto y está claro que nuestros jugadores si le ponen un punto de intensidad pueden igualmente superar a su rival, pero no deja de sorprenderme y de indignarme por partes iguales.

Respecto al partido, fue un grandioso espectáculo de intensidad  y de concentración pero ya no tanto de precisión. Salvo Alves que ayer fue un jugador de otro planeta, al Barça le costó encontrar su fútbol y, la verdad es que hubo muy pocas ocasiones claras de gol. Ya sé que no encontraré unanimidad en esto pero me gustó mucho el trabajo de Alexis que supo pelear, descargar y tocar y desmarcarse de una forma incansable provocando un penalti que creo que  será decisivo en la eliminatoria. También me gustó la actitud de Cesc cuando salió al campo. El partido no estaba para florituras y Xavi, y especialmente Iniesta, lo notaron dejando muchas veces a Busi a los pies de los caballos. Me gustó también la seguridad de Valdés, aunque quizás pudo hacer algo más en el segundo empate de Matuidi en el último segundo del partido. En líneas generales nuestros jugadores estuvieron a la altura del partido que es lo que en principio todos les exigíamos.

Siguiendo con la línea de ayer, acabaré esta crónica con una referencia histórica, esta vez de Felipe II , precursor de Lagrimita de Setúbal, quien, tras la derrota de la Armada Invencible dijo aquella célebre frase : “No envié mis naves a luchar contra los elementos”. El Barça luchó sin excusas y ganó contra los elementos y estoy convencido que ayer surgió del vestuario la fuerza suficiente para sobreponerse a las adversidades que tanto están golpeando a este club últimamente. El fútbol es un deporte en el que la emotividad es algo esencial y creo que ayer nació “El espíritu del Parque de los Príncipes”.