Cuando uno es pequeño cree muchas cosas, cree que el mundo es un lugar maravilloso, lleno de seres humanos no menos maravillosos, cree que va a alcanzar todos sus objetivos en la vida por muy peregrinos que sean y a veces hasta cree en cosas que no existen o cuanto menos que son de dudosa existencia.
Cuando uno es pequeño cree que su Papá (permítaseme este tono blando y cuasi cursi) va a estar siempre, que lo va a estar siempre sosteniendo con esa mano protectora para que no se caiga, comprendiéndolo en cada fracaso, ayudando en cada duda y velando en cada sueño.
Cuando yo era pequeño, cada vez que quería reafirmarme en algo le preguntaba a Juanín, mi padre, aquello de ¿A que sí Papá?
Cuando yo era pequeño ser del Barça y llevar la camiseta con el 11 del Cholo Sotil, en mis primeros pasos o el 9 de Hansi Krankl en mi primera conciencia, en tierra hostil, ya fuese en Madrid, Albacete o Hellín era difícil, yo diría que jodido. Entonces, en cada decepción o en cada discusión con los miles de madridistas que rodeaban y poblaban mi infancia yo recurría luego al calor paterno con preguntas como…El año que viene ganaremos la liga ¿A que sí Papá? Kubala era mejor que Di Estéfano ¿A que sí Papá?, y además a Di Estéfano nos lo robaron ¿A que sí Papá? Igual que nos han robado la liga ¿A que sí Papá? Pero mira como en Europa no hacen nada y nosotros ganamos la Recopa porque allí no está Plaza ni Guruceta ni… ¿A que sí Papá?.
El tiempo mitiga los héroes infantiles, uno aprende o tal vez comprende que Superman no vuela, Dios caso de existir, tiene bastante abandonado esto, Hansi no era el mejor jugador de todos los tiempos y Papá no es infalible ni lo sabe todo.
Papá ni siquiera podía imaginar que Johan cambiaría el futbol sentado en un banquillo, y que llevaría a su niño, o a su borreguico como el lo llamaba de pequeño, ya camino de hacerse hombre como regalo de cumpleaños a su primer partido oficial en el Camp Nou, ni podía siquiera soñar que un tipo rubio y que decían que no tenía cintura metiese aquel zapatazo en la final de Wembley y que él no podría abrazarse con su borreguico, como siempre, porque su niño iba a estar allí, detrás de la portería de Pagliuca, para contárselo.
Ni podía imaginar que íbamos a ver juntos debutar al fenómeno Ronaldo en una habitación de Hospital, en aquel primer envite del que salimos airosos.
Ni mucho menos podía soñar Papá, cuando yo era pequeño, que íbamos a ver por la tele ligas enteras, juntos, sin perdernos un partido.
Y ni a él ni a mí nos alcanzaba la vista ni siquiera a vislumbrar, en aquella infancia en que la liga de Terry Venables y Rojo era un oasis en desiertos coperos, que un día veríamos a Ronaldinho aplaudido en el infierno, a Xavi e Iniesta manejando el mundo, a Guardiola dándonos el cielo, un día prometido, y a un pequeño argentino, criado en la Massía, en el trono que un día fue de los dioses del Olimpo.
Este año, Juanín no está, se marchó a su planeta Gabor, (otra de las historias que me contaba de pequeño, tal vez por si acaso…) poco después de que echásemos al Madrid de la Copa del Rey, como en ese último esfuerzo de los campeones que nunca se rinden, dejó encarrilado el último título.
Este año, no cogeré el teléfono en cada descanso y en cada final de partido para comentar la jugada, ni podré preguntarle ¿Qué tal es el Dongou ese… después de tragarse mil partidos en Barça TV?. Ni acudiré con el Cava, el himno y la camiseta de vuelta a casa a celebrar las grandes victorias, ni en esa cerveza de sábado o domingo y cuando se acaban otros temas, preguntaré divertido… ¿Tú crees que Hansi Krankl, con Xavi, Iniesta y Messi, metería 50 goles? Para que el me conteste riendo que “Seguramente”.
Pero este año de insoportable soledad, de marcada ausencia a fuego… Donde quiera que esté Gabor y a los años luz en que te encuentres, si puedo decir, una vez más. Este año con el Tito, con Messi, con Xavi, con Iniesta, con Bussi… Ganaremos la liga ¿A que sí Papá?
Y dedicarte también un miniverso, otra de las pasiones compartidas.
Allá en las luminarias siderales,
donde juegan al fútbol los planetas…
Donde todos los hombres son iguales…
Allí tienen su sitio… los poetas
Donde Rafael Alberti juega de portero,
emulando al gran Platko en las paradas.
En defensa, Benitez, con Federico y con Segarra…
Machado jugará de medio centro
Medio Campo con Neruda y con Celaya:
Mandando, recibiendo, repartiendo,
juega el enganche y todo va creciendo
en las botas espaciales de Kubala.
Basora ziz-zaguea, enseña, esconde…
Para el gol Miguel “niño yuntero”,
militante, luchador, poeta, delantero
Juanín por la izquierda con su once.
Allá en las luminarias siderales,
donde escriben sus versos los poetas…
Donde juegan al fútbol los cabales
Allí tiene su sitio tu Planeta.