El Barça es el equipo al que más se le exige del mundo. Tienen que ser los más educados, los que nunca protestan a los árbitros y siempre tienen que jugar bien. Es el peaje que hay que pagar por ser el mejor equipo del mundo aunque, a veces, pese a intentarlo, como ayer, no les salga su mejor partido. La ida de cuartos que se jugó en Milan anoche fue un partido inusual del Barça pero que tiene su justificación si se tiene en cuenta lo que había en juego y otras consideraciones trascendentes del partido.
Incómodos. La alineación de Keita por Cesc en el equipo titular fue toda una declaración de intenciones. El Barça puso músculo en el centro del campo e incomodó la fluidez del juego en el centro de campo colocando a Iniesta en la banda izquierda del ataque. El resultado fue mucha menor velocidad de circulación del balón y una banda absolutamente inerte ante el mal día del manchego . Messi se perdió en jugadas individuales imposibles muy fáciles de defender y solo la banda de Alves fue realmente incisiva. El Barça ayer no supo vencer los inconvenientes del terreno de juego y el planteamiento ultradefensivo del Milan, pese a ello creo alguna ocasión de gol, curiosamente a balón parado, aunque siempre puede exigírsele algo más a este equipo. La defensa fue lo más solido del equipo con una labor especialmente destacable del dúo Piqué-Mascherano que desactivaron el ataque del Milan, previsible, pero igual de difícil de defender. El césped y la presión milanista impidieron que el balón saliera jugado desde atrás y Valdés tuvo que buscar el balón largo a la izquierda del ataque buscando a Keita, una jugada que hacía mucho tiempo que no se veía con tanta asiduidad en un partido del Barça. Probablemente sean esas cosas las que dejaron algo preocupados a los seguidores culés.
Obsesionados. El Milan salió al campo con una sola premisa: no perder la eliminatoria en la ida, algo por otra parte lamentable para un heptacampeón de Europa. Pero si una cosa tienen los italianos es que son realistas y no tienen ninguna vergüenza en admitir su inferioridad con arcaicos planteamientos de equipos de la Serie B. Porque ayer el Milan fue ramplón, ultradefensivo, y cobarde. Estaban tan obsesionados en cumplir todas las órdenes defensivas de su técnico que sus estrellas se quedaron sin energías para poder atacar con algo de criterio. De hecho plantearon un 5-4-1 vergonzante, un planteamiento que recuerda a primeras eliminatorias de Copa del Rey. Pero ellos tenían una única idea: llegar al Camp Nou con opciones, recordado el milagroso 2-2 del la liguilla, pero los milagros por su propia naturaleza, se dan en raras ocasiones.
El sueco.- Erikson tiene nombre de teléfono móvil y ayer tenía poca cobertura. La decisión de designar a un sueco para este partido no fue demasiado acertada por parte de ¿Villar? si tenemos en cuenta que Zlatan es una celebridad en su país . Salvando las distancias es como si hubiera pitado un argentino al equipo de Messi, o un portugués al de Mourinho…oh wait!. En fin, que el sueco hizo honor a su nacionalidad y no vio dos claros penaltis en el área milanista, uno especialmente sangrante a Puyol porque las cámaras le delataron como testigo privilegiado del estirón de camiseta al de la Pobla. Me hace gracia que todavía haya algún barcelonista que revise el famoso partido de Ovrebo buscando favores arbitrales al Barça en una eliminatoria europea. La falacia creada tras ese partido y la falsa creencia que arrastra todavía nos está perjudicando.
El verde.- Pep quiso disculpar al Milan por el césped de San Siro. Creo sinceramente que nuestro entrenador, pese a que sufrió una miserable persecución durante su estancia profesional en Italia, guarda un sorpredente cariño a ese país. Es una especie de “síndrome de Estocolmo” que personalmente no acabo de entender. A Pep se le nota relajado y algo orgulloso contestando en italiano y al hablar de cualquier club, entrenador o jugador italianos reparte flores de una forma tan exagerada que a veces me hace dudar si no es todo un ejercicio de fina ironía. El césped estaba muy mal,y según denunció el delegado del Barça, los empleados del Milan, pese a comprometerse a ello ante la UEFA ni cortaron ni regaron el verde emulando a viejas tretas italo-portuguesas. El resultado fue otra vuelta de tuerca más en esta asquerosa temporada de trampas extradeportivas: un césped resbaladizo en la base pero seco y trotón en la circulación. Asqueroso.
La eliminatoria. El 0-0 fuera de casa en la ida es el peor de los buenos resultados. El contrario tiene que salir a marcar en tu campo y con un 1-0 pasas ronda. El Barça, por lógica, tras el empate de anoche todavía es más favorito que antes de iniciarse la eliminatoria. Si un equipo como el Milan quiere eliminar al Barça tiene que ganarle o empatarle en su campo. Esperar una victoria o un empate en el Camp Nou es, como ya hemos dicho, esperar un milagro y los milagros solo se dan una vez.
El diván. El aficionado culé anoche se fue cabreado a dormir pese a que el equipo sacó una resultado aceptable, atendiendo el rival y la fase de la competición en que nos encontramos. Pero, si hacemos una análisis sincero, el motivo real del enfado no fue el juego, ni que no marcaran gol, ni tan siquiera el maldito césped o el sibilino arbitraje. El motivo fue el Madrid. La “suerte” del máximo rival indigna sobremanera y mientras el Barça tendrá que luchar con los cinco sentidos para poder alcanzar las semifinales , el Madrid llegará sin despeinarse y reservando a jugadores. Ese fue el verdadero motivo del enfado. Está claro que será difícil que otro equipo que no sean los blancos lleguen con tanta facilidad a semifinales de una competición como la Champions pero habrá que olvidarse pronto de esa circunstancia y pensar que la mejor forma de que el desagradable equipo de Mourinho no gane esta Champions será que el Barça llegue a la Final. Ese es el verdadero objetivo.