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Crónica

Fue la noche

BARÇA 5 – BETIS 0

Fue la noche del pibe Messi y sus dos fieles escuderos, Xavi e Iniesta, ofreciendo el Balón de Oro a la afición, y del recuerdo emocionado a Ángel Pedraza tras su muerte, noche de emociones contradictorias y compartidas. Fue la noche de un equipo rival, el Betis, que jugó con la valentía y la seguridad de un equipo grande convencido de meterle mano al todopoderoso Barça, de un equipo bético revitalizado y jovial ofreciendo una imagen de modernidad y prestancia futbolística alejada de aquella imagen casposa, marrullera y soez de aquel Betis añejo representado por personajes como Ruiz de Lopera o Dani. Fue la noche de un partido competitivo y de fuerzas igualadas en las que el Barça pareció que jugó contra sí mismo, aunque sin sus futbolistas más determinantes, pero embutido en una indumentaria verde y blanca, gentileza del departamento de estilismo de diseños revolucionarios de Nike. Fue la noche de un duelo de alta intensidad, de líneas avanzadas en ambos equipos, de presión asfixiante al rival en la salida del balón desde las dos áreas, de un libreto de alta escuela reconocible  aplicado por los blaugrana y descubierto gratamente en los pupilos de Pepe Mel. Fue la noche en la que el Camp Nou vio al mejor rival con el que se ha batido el cobre esta temporada, la noche en que el Betis impuso exigencia y competitividad al todopoderoso Barça que acostumbra a minimizar sin despeinarse a sus rivales. Fue la noche de cinco goles primorosos del Barça pero también de los que pudieron ser y no fueron en ambas porterías. Fue la noche en la que el Barça tuvo a Messi y el Betis a Rubén Castro y Jorge Molina, quizás la diferencia de peso entre ambas prestaciones goleadoras y el abultado marcador a favor de los intereses blaugrana. Fue la noche de un portentoso hat trick de Messi mostrando parte de su catálogo sublime y variado de definiciones cara a gol, la noche en la que el argentino calló bocazas rabiosas demostrando porqué es el mejor jugador del planeta Tierra y porqué el Balón de Oro con el que se le distinguió el pasado lunes merece estar acunado entre sus brazos. Fue la noche en la que esa caverna reaccionaria y rabiosa buscó grietas de desencuentro y desafección en el compañerismo blaugrana, poniendo el foco de la discordia en la anecdótica pero ostensible discusión que Piqué y Alves, tras un error defensivo del equipo, mantuvieron sobre el campo, producto de la intensidad y de la seriedad con la que el Barça se toma los partidos, lo cual de por sí ya es digno de elogio (ni que decir tiene que el foco despareció misteriosamente en el posterior abrazo de reconciliación de los futbolistas). Fue la noche de un Barça absolutamente letal a la contra que sólo se  liberó y machacó sin contemplaciones tras el desgaste físico y el desmoronamiento moral del rival en la segunda mitad del partido, cuando sus fuerzas flaquearon, su intensidad decayó y a cada gol que iba encajando el meta Casto en modo carrusel hacía mayor la impotencia y la sangría bética. Fue la noche en que la precisa y exhibicionista maquinaria blaugrana abusó en los momentos de debilidad rival pero que las vio cuadradas cuando, a igualdad de propuestas y fuerza, el choque de potencias se mantuvo igualado. Fue la noche de uno de los mejores y más exigidos partidos de Pinto de blaugrana y la noche donde Iniesta ofreció un maravilloso regalo de oro puro a este deporte llamado fútbol ofreciendo una sideral e inalcanzable asistencia para el resto de los mortales a Keita en el quinto gol. Fue la noche, en definitiva, de un incontestable Barça y de un más que digno Betis, de un gran partido de fútbol que ofreció más, muchísimo más, de lo esperado,  de otra manita para la colección blaugrana y de una caída honrosa bética, una noche donde la competitividad, el espectáculo y el buen fútbol hicieron las delicias de los casi 60.000 aficionados que acudieron al Estadi a jalear y a honrar a los suyos, también los de la parte bética, que a pesar del cruel resultado, poco podrán reprochar a lo suyos sino mostrar justo orgullo por el trabajo y el desempeño entusiasta ofrecido por sus futbolistas. Hay maneras de perder, que se lo pregunten a Mourinho, y a veces el Barça dignifica las derrotas rivales, aunque tras un 5 a 0, y a las puertas de una eliminación copera, pueda servir de poco consuelo.