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Crónica

A entrenador nuevo, victoria segura

Ni el clima –lluvioso y desapacible–, ni la hora –lunes a las 9 de la noche, ni el rival –un grande venido a menos como el Valencia– invitaban a acudir a Montjuic para presenciar un partido que apuntaba al tostón clásico de la temporada, el de uno cero y a dormir, pero que terminó siendo entretenido por obra y gracia de quince minutos trufados de errores alevosos, indignos de profesionales.

Antes de ese desfile de clowns, se adelantó el Barça tras un gran centro de Nadinhabsolutinha y mejor remate de cabeza de Fermín, el que nunca se cansa. Con uno a cero y el partido aparentemente bajo control, un balón largo dio paso a la charlotada de Ter Stegen. Una de aquellas que cometía habitualmente en sus primeras temporadas como culé y que parecían haber quedado en el olvido: intentó picar el balón por encima de Hugo Duro. Éste agradeció el presente para marcar a puerta vacía.

Araujo acudió al rescate y, solidario con su guardameta, quiso que el error del alemán pasase a un segundo plano. Otro balón en largo –patapúmparriba valencianista– y el uruguayo arrollaba dentro del área a Peter Federico con una elefánticocacharreril entrada. El penalty se vio desde Manila y desde Tombuctú. Pepelu –buen jugador, pésimo naming– ponía por delante a los valencianistas.

Poco antes del descanso, y antes de que en el vestuario Xavi comenzase a redactar una carta a los socios en la que les informaba de que en cinco días decidiría qué hacer, Mamarasbilis no quiso ser menos que su colega alemán: cortó con la mano el cara a cara ante Lamine el Chaval ganándose de manera merecida la expulsión. Y así, camino a los vestuarios con derrota parcial pero con superioridad numérica, parecía que llovía menos.

Lo de que llovía menos es metafórico, por supuesto. Porque era una noche donde se acabarían dos sequías: la del agua en Barcelona y la de Lewandowski como goleador tras un mes sin marcar. Ciertamente eligió mala época el polaco para regresar a su viejazo. Robert se elevó por encima del resto a la salida de un córner para batir a Domenech. El fuera de juego posicional de Fermin, pitable si se considera que molestaba al portero, es una de esas neo-normas contra la lógica del reglamento: si Fermín no hubiera estado ahí, el balón habría entrado igualmente. En cualquier caso, con la liga ya decidida, era esperable que los árbitros tomen decisiones dudosas a favor del Barça. Hay que compensar varios errores precedentes. Es el conocido efecto “liga del parking de Mou”.  

No habían pasado ni 3 minutos de la reanudación y, tras el empate, la remontada parecía coser y cantar. Porque eso es lo que hizo el PSG apenas hace dos semanas. Pero resulta que no es tan fácil cuando enfrente hay un esquema y una estructura de equipo. El Valencia demostró que se puede plantar cara con uno menos y, lejos de encerrarse en el área, dispuso incluso de ocasiones para volver a adelantarse. Pedri – el que sí se cansa–  que había salido sustituyendo al que no se cansa, salvó los muebles quitándole un gol hecho a Peter Federico.

El carrusel de cambios, entre los que no se incluyó a Kodroque, no mejoró el juego pero sí confirmó lo que muchos sospecharon desde un principio, cual Chapolines de la vida: que el brasileño es un timo. Que ya ni siquiera juegue estos partidos es la certificación de una Bartomeuada de manual.

Ni Juan Infeliz, ni Yerrán aportaron nuevas ideas y con el partido atascado, hubo que recurrir al balón parado. Y como, de un tiempo a esta parte, jugar parado es lo que mejor se le da a Lewandowski, en un nuevo córner que ganaba por alto Araujo, Robert aprovechaba el rechace para volver a llamar a la puerta del gol.

A balón parado también remachó su hat trick: falta directa para recordar a los culés que el reglamento también permite marcar de esa manera. Porque muchos pensaban que, desde la marcha de Messi, se había cambiado la norma y los lanzamientos directos a puerta eran ilegales. Son ya 16 goles para el polaco –los que metía Messi habitualmente en una sola vuelta– con un triplete que le mete de lleno en la lucha por el Pichichi más barato de los últimos 35 años. Los 19 de Butragueño en la 90/91 están a su alcance.

La rueda de prensa posterior del nuevo técnico azulgrana no dejó, por el contrario, nada novedoso: “Ho havíem parlat”, “El equipo ha competido bien”, “Estamos en construcción”. Pero hay que darle tiempo. Al menos 100 días de gracia. Era el partido de su debut y al menos cumplió con el tradicional: “a entrenador nuevo, victoria segura”.