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Crónica

¡Viven!

En tiempos del nuñismo más recalcitrante, cobró fama la frase “Año sin Gamper, no hay liga”, para remarcar la importancia de que el equipo llegase bien preparado al inicio del campeonato y porque, estadísticamente, ganar el Gamper no aseguraba el título, pero no ganarlo era casi garantía de no campeonar. Algo similar ocurre desde hace varias décadas con Mestalla: cuando el Barça no gana en el feudo valencianista, sus opciones de ganar la liga se reducen considerablemente. Algo así como la versión futbolística de la etapa del Tour del Alpe D’Huez. Salir de Mestalla ganando o como líder marca el camino al título: así fue en 12 de los últimos 14 títulos blaugranas. Y así, tras la eliminación de Champions, el partido frente al Valencia cobraba doble importancia: todo lo que no fuera sacar los tres puntos se interpretaría como ponerle en bandeja la liga al Madrid, aunque el campeonato aún solo tenga un tercio de jornadas disputadas.

El nuevo giro de Xavi a nivel táctico hace difícil pensar en generar automatismos cuando un lateral cambia de banda indistintamente cada partido o si DeCepJong un día es mediocentro y otro es interior. Hoy siguió con sus rotaciones (Ansu por Raphinha), con su insistencia en cavar su propia tumba con las cuatrillizas de  oro (hoy dos de cuatro) y con sus dudas en los laterales: le tocó a Balde jugar a pierna cambiada ante el esperpento de Bellerín el día del Bayern. La desorientación del técnico afecta a todo el equipo excepto a su ninetaDembeLOL. El francés sigue a lo suyo: con él al timón, se puede estar siglos con el debate sobre el modelo futbolístico que debe tener el Barça, porque lo palpable es que cada vez que hay una ventaja, el francés la desaprovecha. 12 balones perdidos solo en la primera parte. Que la prensa nacionalmadridista siga afirmando que es uno de los mejores jugadores del Barça debería hacer sospechar a muchos culés.

Que le lleguen más balones a Ousmané que a Lewangolski explicaba el 0-0 al descanso pues, a pesar del francés, el Barça de la primera parte se mostró serio, especialmente en una defensa donde Koundé confirma su condición de fichajazo y Baldéde ser casi una realidad.La superioridad del Barça, ante un Valencia muy justito, no se reflejaba en el marcador. Las mejores ocasiones, para Ansu,confirmaron que el chaval, de momento, no ha recuperado ni aquella chispa, ni aquel regate, ni la fantasía con la que sorprendió al mundo del fútbol.

Las entradas de Raphinha, Yerran y Gavi tras el descanso no cambiaron sustancialmente nada, como, por otra parte, habitualmente sucede con los cambios de Xavi. El gol anulado a Lino terminó de meter el miedo en el cuerpo al Barça porque la mejora del Valencia ya era evidente y los azulgrana seguían teniendo demasiada prisa por terminar la jugada.Por si fuera poco, las lesiones de Eric y Kounde terminaron por desajustar al equipo. Si en un mes se lesionan todos los centrales debe haber alguna explicación médica más allá de la pura casualidad matemática en forma de “mala suerte”.Quizá la única manera de no lesionarse sea no correr, no meter la pierna, no luchar por ningún balón o no jugarse el físico: justo lo que hace Piqué, a quien la lesión de Koundé, volvió a dejar en evidencia: tan metido estaba Gerard en el partido que ni siquiera tenía las botas puestas.

El fallo clamoroso de Yerrán, casi a puerta vacía, parecía el canto del cisne y la dimisión del equipo en la lucha por el título. Pero aún quedaba una bala de plata en la recámara. Y cuando Raphinha levantó la cabeza –mejora sustancial respecto a DembeLOL– y metió un centro al corazón del área apareció Robert –el gol llama a su puerta–para rematar como el auténtico depredador del área que es. Palo y 3 puntos a la bolsa. El pobre Lewangolski no se merece el suplicio de tener que jugar la Europa League como si fuera una estrella del fútbol venida a menos. Si la directiva blaugrana tuviera un mínimo de vergüenza torera, lo cedería en Diciembre a un equipo de Champions para que el polaco juegue en un equipo acorde a su categoría.