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Crónica

Victoria balsámica

Tras el duro varapalo en Champions y la fácil derrota en el Bernabéu no parecía el Villarreal el rival más propicio para retomar la buena senda de juego y resultados. Porque son los de Emery un buen equipo, que sabe a lo que juega, aunque como suele ser habitual ante el Barça, no lo demostrara. Porque si las sensaciones decían una cosa, los fríos números decían otra: si se excluye la victoria de la intrascendente última jornada de la temporada pasada, los grogets apenas habían arrancado cuatro empates frente al Barça. Y solo uno de ellos en el Camp Nou. Lejos quedan los goles y sudores fríos que provocaba Diego Forlán cada vez que se enfrentaba a los azulgrana.

Y, de nuevo, la estadística triunfó sobre las sensaciones. Con una alineación mezcla de revolución, castigos y rotaciones –jugaron dos de las cuatrillizas pero a cambio no jugó DembeLOL– los de Xavi se encontraron más cómodos que de costumbre. Buena parte de esa comodidad la dio un renacido FrenkieDecepJong, sustituyendo en la posición de medio centro defensivo al Muerto de Badia, conocido en otras épocas como Sergio Busquets. Cuando fue fichado del Ajax siempre se especuló con que podría desempeñar esa labor, pese a su pechofriismo. Debería ser fundamental en el estilo de juego que, se supone, pretende siempre el Barça. La ley no escrita de que Busquets debía jugar por decreto –con lo que nos ha dado– nunca ha permitido comprobar si Frenkie podría ser ese sustituto válido. Porque al holandés, que afronta su CUARTA temporada, aún se le espera. Solo ha demostrado a cuentagotas lo que se le presupone. Una de esas gotas apareció hoy frente al Villarreal. ¿Flor de un día? ¿O tulipán de temporada? Quién sabe si llegó el día.

Los cambios también llegaron en la delantera. Los extremos zipi-zapeños –rubio teñido y moreno–adalides del quiero y no puedo, fueron sustituidos por Ansu y Yerrán, que quizá no tienen la velocidad de aquellos pero entienden bastante mejor el fútbol. A Torres, muchas veces –hasta ahora la mayoría– no le sale lo que intenta pero deja ver que piensa lo que intenta hacer. Justo lo contrario que DembeLOL. Y es más fácil entrenar el remate que el pensamiento. Ellos dos, junto al inamovible Lewangolski, se bastaron para sentenciar el partido en apenas 7 minutos. Los que van concretamente del 31 al 38 de la primera parte. Robert –el gol llama a su puerta– dio una nueva masterclass de definición dentro del área con su giro nureyevsco en el primer gol y su yo-me-lo-guiso-yo-me-lo-como en el segundo. Como guinda al aluvión de goles, slalom de Yerrán dentro del área para servir el gol a Ansu y sacarle algunos gramos de desconfianza de su pesada mochila.

Partido sentenciado antes del descanso. A la vieja usanza. Habría que plantearse si en partidos como estos, y dado lo saturado del calendario, los equipos deberían poder firmar una especie de armisticio y no jugar la segunda parte. Porque se sabía que nada iba a pasar. Y nada paso. Solo los pitos de una buena parte de la grada a Pique rompieron un poco la monotonía. Para quienes no gustan de esas pitadas a jugadores propios –con lo que nos ha dado, suele ser el argumento irrefutable– simplemente debería ver el calentamiento que hizo Gerard antes de saltar al campo. Vergüenza ajena y/o dejadez, podrían ser algunos de los adjetivos que lo definen. Que Xavi hiciera coincidir al final del partido a las Trillizas parece hasta una provocación por parte del técnico. Minutos de la basura que no aportarán nada a sus carreras y que bien podrían aprovechar algunos chavales del filial, para que, si vuelve a haber una epidemia de lesiones, no haya miedo de ponerles en un partido decisivo y haya que volver a recurrir a las vacas sagradas.