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Crónica

Perdiendo el tiempo

El virus que afecta al Barcelona cuando juega lejos del Camp Nou pareció inocularse en los jugadores del Villarreal: como si estuviesen entrenados por Don Honesto, concedieron no uno, sino dos goles en apenas 15 minutos con una falta de intensidad defensiva anfieldeana. Del sesteó amarillo durante toda la primera parte, se aprovecharon los locales, con una sospechosa preferencia en los últimos años por los partidos de bajo ritmo e intensidad sabedores de que en esos escenarios la calidad se acabará imponiendo. Calidad como la del Hombre Gris para peinar de manera suave y sedosa el córner botado por Messi. O la del disparo de Arthur, poseído momentáneamente por el espíritu de Ronald Koeman.

El partido parecía finiquitado ante la endeblez del rival unida a la conformidad local. Se pasó así del ritmo de “pachanga veraniega” al aún más vergonzoso “trote cochinero”. Minutos que sirvieron para observar a un The Best casi argentinizado: sin chispa y andando, con justificadas dudas de su completa recuperación. Y ya se sabe lo que es este equipo sin Messi: un futbolín donde se mueve la pelota pero nadie se mueve. Apático. Lento. Y diez mil veces lento. Sin presión. Sin intensidad. Sin ideas. En otras palabras: un fiel reflejo de su entrenador.

Cuando el espectáculo ya bordeaba el de un partido de “viejas glorias”, curiosamente quien más cerca está de jugar uno de ellos fue el único que se rebeló: el zurdazo de Santi Cazorla despertó al público, a su equipo, e incluso a los televidentes. Cuando estos zapeaban tratando de decidirse entre seguir viendo el partido y alguna de las miles de series disponibles, se dieron cuenta que Messi, de nuevo lesionado, había dejado su lugar a Dembelé.

La atronadora aparición de Ansu Fati en las primeras jornadas de liga pareció sacar lo mejor de Ousmane, que aportó la poca intensidad y ganas que hasta ese momento se vio en el partido. Dos buenas asistencias del francés, desperdiciadas por El Hombre Gris y por Luis Suarez, permitieron al Villarreal seguir con vida. Como cada año, al uruguayo le cuesta coger la forma y seguirá marcando goles, porque se le caen de los bolsillos. Pero partidos como el de hoy recuerdan a los de las últimas temporadas de Raúl en el Real Madrid, jugando por el artículo 7, también conocido como “Con lo que nos ha dado”.

Finalmente, en un partido tan oscuro se encendió la luz. El interruptor lo activó, nuevamente, Ansu Fati sustituyendo al uruguayo a falta de 15 minutos. No le hicieron falta más para ser el más destacado. Velocidad, descaro, movilidad, búsqueda de espacios, asociación. Todo lo contrario a lo visto en los 75 minutos anteriores. El contraste de su actitud con la de algunos de sus compañeros debería producir sonrojo y vergüenza ajena a partes iguales. Y es que no hay que engañarse: que un chaval de 16 años produzca más fútbol en un cuarto de hora que Luis Suárez y el Hombre Gris en 2 partidos, más que ilusionar, lo que debería es preocupar.
Y más preocupante aún fue el final del partido, con los defensas locales tratando de aguantar el balón para defender el resultado. Si viendo esos minutos, el aficionado culé se preguntaba si el Barça estaba perdiendo el tiempo, la respuesta era SI. Desde hace 3 años, aproximadamente.