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Desde el Barrio Rojo

Desde el Barrio Rojo: Eddy Hamel

Cada 5 de mayo se conmemora en Holanda el Día de la Liberación, fecha en la que el país se liberó del yugo de la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Y un día antes, cada 4 de mayo a las ocho de la tarde, toda la nación guarda respetuosamente dos minutos de silencio en sentido homenaje a los héroes de la Resistencia y a todas las personas muertas durante aquel conficto bélico, muchas de ellas deportadas y asesinadas en campos de exterminio. Son dos minutos de un silencio profundo, doloroso, estremecedor, que paraliza literalmente el país: los metros y los tranvías interrumpen sus trayectos, los cines encienden las luces y detienen la proyección de las películas, las banderas ondean a media asta en todos los edificios… Los pueblos que pierden su memoria están condenados a repetir sus tragedias. Y este pequeño país a orillas del inclemente y hostil Mar del Norte no está por la labor de olvidar.

Edward Hamel fue un ciudadano estadounidense de origen judío que nació en Nueva York en 1902 y que emigró a Holanda siendo todavía un adolescente, estableciéndose en Amsterdam, donde quedó seducido por un emergente deporte llamado fútbol. Entre los años 1922 y 1930 Hamel defendió la camiseta del Ajax durante 125 partidos, ocupando la demarcación de extremo derecho. Tras retirarse como futbolista en activo fue entrenador de un equipo judío de la ciudad llamado HEDW y siguó jugando con los veteranos del Ajax. En aquella época Amsterdam albergaba a 140,000 personas de origen judío, descendientes en gran parte de la comunidad sefardí que se estableció en Holanda a partir del siglo XVI huyendo de la amenaza de la Inquisición española.

El destino de Eddy Hamel empezó a teñirse de fatalidad el 10 de mayo de 1940, cuando las tropas hitlerianas invadieron Holanda. No se conocen noticias de cómo fue su vida cotidiana en aquella Amsterdam capitulante y ocupada por el ejército nazi hasta el día que fue arrestado por la policía alemana por no llevar consigo ninguna identificación. Hamel tenía la nacionalidad estadounidense y, si hubiese podido entregar su pasaporte norteamericano a las autoridades nazis, hubiera sido intercambiado por prisioneros de guerra alemanes, pero ya era demasiado tarde: el 18 de enero de 1943 Hamel y otros 700 inocentes fueron metidos en vagones de carga y transportados hasta el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau.

Tras unos meses de penosa supervivencia en aquel infierno tan horrible como real, Hamel formó parte de un proceso de selección supervisado por miembros de las SS. Los prisioneros eran desnudados y sometidos a una exhaustiva revisión médica: si, finalmente, el prisionero era considerado apto para los campos de trabajo se le indicaba que se situase en la fila de la derecha. Desgraciadamente a Hamel, que sufría un doloroso absceso en la boca, le señalaron la fila de la izquierda. El 30 de abril de 1943, con apenas cuarenta años de edad, Eddy Hamel perdía la vida y el alma en una cámara de gas y un crematorio del mayor campo de extermino engendrado jamás  por la monstruosa locura nazi.

En las graderías del coqueto estadio Amsterdam ArenA se pueden ver hoy en día, en cualquier partido, muchas banderas con la estrella de David mezclándose con los propios emblemas del Ajax. Son símbolos que forman parte de la memoria colectiva, como los dos minutos de silencio cada 4 de mayo, como el castaño que podía ver Ana Frank desde el desván de su refugio y que, aunque enfermo, todavía hoy sigue en pie. Una memoria forjada en hierro que se resiste a olvidar el trágico destino de personas dignas como Eddy Hamel, cuya historia merece ser contada.